“EL DIOS QUE PRODUCE ESPERANZA” – DR. CLAUDIO FREIDZON
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Mantenernos firmes en las promesas de Dios, nos da ánimo ante las dificultades más extremas. Su Palabra es fiel y su cumplimiento supera ampliamente nuestras expectativas.
[Esdras 7:6 RV60] “este Esdras subió de Babilonia. Era escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado; y le concedió el rey todo lo que pidió, porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras”.
El Señor cada semana nos invita a abrir nuestros corazones; porque sólo Él y a través de la obra del Espíritu Santo, puede provocar que esos corazones que reciben palabras de aliento pero en “forma externa”, sean preparados para incorporar Su Palabra y aplicarla en el diario vivir.
En el Antiguo Testamento encontramos a Esdras.
Este hombre era un estudioso sacerdote y escriba que estuvo en cautiverio en Babilonia que, aún bajo la vergüenza que esto ocasionaba a su gente, mantuvo su espíritu en sintonía con los propósitos del Señor para su pueblo. Él examinaba en profundidad las escrituras y le seguía creyendo al Dios de Abraham…su Dios.
¡Sigamos creyéndole a Dios, porque su esperanza no avergüenza!
Allí, en Babilonia; lejos de sus tierras, catorce años después todo cambió para él y para el pueblo de Israel.
De igual manera, las buenas decisiones que tomamos en el presente, nos preparan para un futuro de bendición.
El presente de ese hombre, así como el de cada uno de sus hermanos que habían sido separados de su nación era triste. Sin embargo, en medio de la incredulidad y desaliento de la mayoría de su gente, en el corazón de Esdras ardía la pasión por Dios.
La esperanza puesta en Dios es lo que nos ayuda a atravesar cualquier desierto, porque no nos alimentamos de lo que vemos; nuestro nutriente es la fuente del Espíritu Santo, que alimenta nuestras raíces y somos como el árbol plantado junto a corrientes de aguas, que, aunque todo es desierto, ese árbol está siempre floreciente y sus hojas no caen.
Nuestra perspectiva no está basada en lo que vemos, sino en lo que creemos.
Lo que vemos nos quita el ánimo…lo que creemos nos da cada vez más esperanza, basándonos en la alimentación que nos provee un Dios poderoso.
Orando cada día; leyendo Su Palabra, estando en comunión con el Señor cada día, se produce esa relación que Esdras estableció estudiando en profundidad la Ley de Dios.
Confiar en los tiempos de Dios, hizo que ese escriba hablara ante cuarenta mil personas, dando a conocer todo lo que el Señor había depositado en su corazón durante el cautiverio y que, justamente sus hermanos habían olvidado.
Él, junto a su gente que estaba prisionera, halló gracia y pudo regresar, consiguiendo la ayuda del rey Ciro que, aunque pagano, respetó y hasta financió el viaje de vuelta del pueblo hebreo.
Ese mismo Dios que produce esperanza, es Aquel que nos brinda la salida ante lo imposible.
Esperar en los tiempos de Dios, representa no accionar en nuestras fuerzas, sino esperar el favor.
¡El Dios que produce esperanza, es también el que abre todas las puertas!
El ejemplo bíblico de Esdras, es ver a un hombre poner su esperanza en Dios y luego ver lo anhelado cumplirse.
Así como este hombre, ¡preparemos nuestros corazones para ser levantados poniendo nuestra esperanza en el Señor!