“EL CORAZÓN QUE AGRADA A DIOS” – DR. CLAUDIO FREIDZON

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Sólo la salvación y la nueva vida que produce Jesús a través de su Espíritu Santo cambia nuestros corazones.

La función primordial del Espíritu Santo es que nuestra vida sea para la gloria de Dios.

Antes vivíamos para nuestra propia vida, sedientos; habiendo alcanzado cosas, pero manteniendo una sensación de vacío, porque buscábamos en lo humano lo que sólo Dios nos pudo dar.

La salvación nos da una “nueva naturaleza” y con ello una percepción diferente de lo espiritual.

Antes éramos ignorantes de las cosas de Dios, estábamos ciegos a la realidad que el Señor vive.

Para nosotros Jesús era “una tradición” que nos contaron de niños. Pero Jesús vive y habita en nuestros corazones.

Para poder entender este concepto, se requiere “nacer de nuevo” y, para poder hacerlo, debemos conocer a Jesús y tener la voluntad propia de convocar su presencia.

Tanto el hombre como la mujer decidieron individualmente alejarse de Dios y desobedecerlo infringiendo Su Palabra [Gn. 3-1:13]. De la misma manera que ellos puedieron elegir apartarse, Dios nos da la provisión de elegir y el poder acercarnos.

La salvación es algo que ninguna persona nos puede otorgar. Sólo Jesús nos hace entender que debemos abrir nuestros corazones al entendimiento y a la relación que Él nos brinda.

El corazón que agrada a Dios es aquel que cree que Jesús es el Señor y lo confiesa para ser salvo. La fe y la oración son las formas que nos conectan y nos permiten conocer la salvación.

No debemos “morir eternamente”, porque Cristo murió por nosotros.

La clave es tener fe…creer en el Evangelio.

Los que somos salvos, tenemos el privilegio de que Jesús more en nuestros corazones a través del Espíritu Santo.

En Mateo, capítulo 9:1 (RV 60) dice: “Entonces entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad.”

El Señor llamó a Capernaum “su casa”. Ese era el lugar donde Él entraba y estaba a gusto, no obstante sus habitantes terminaron “endureciendo” sus corazones luego de haber presenciado muchos milagros.

Nosotros podemos tener “dos tipos de corazones” … el corazón “tipo Nazaret” que representa una actitud de rechazo e incredulidad, o “tipo inicial de Capernaum”, que representa a aquellos que aman su presencia y creen en Él.

Hoy el Señor sigue mirando corazones que le reciban y le crean. Aún hoy Jesús busca personas apasionadas.

Nuestro anhelo debe estar orientado principalmente, a que podamos agradar al Señor con nuestra fe y en la búsqueda de una sólida relación, edificando cada día el corazón que agrada a Dios.