“EN DIOS CONFIAMOS” – DR. CLAUDIO FREIDZON

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Nuestra confianza en Dios es el alimento de nuestra fe. Creemos en su poder sobrenatural y su fidelidad que se manifiesta siempre a tiempo.

El propósito de las maravillas de Dios, es que el mundo crea. Que cada persona pueda tener la oportunidad de ser tocada por su poder.

En Hechos 19:11 [RV 60] dice la Palabra de Dios. “Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aún se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.”

¡Qué importante considerar que los milagros se produjeron a través de un hombre transformado por el amor de Dios, con una nueva vida; un nuevo corazón!

Pero los milagros son de Dios, las maravillas le pertenecen…los milagros no son del hombre.

Nosotros simplemente, somos los que clamamos y esperamos.

El Señor hacía milagros en Éfeso; un lugar de absoluta idolatría, allí el nombre de Jesús era predicado y exaltado, porque las manifestaciones de su poder se daban de una forma extraordinaria.

Pablo fue llevado a esa ciudad para vivir una experiencia superadora del poder de Dios.

Estos acontecimientos nos llevan a la reflexión que debemos “enfocar” nuestro tiempo de adoración. Muchas veces la excesiva “familiaridad” con la religión nos aparta del foco en que debemos concentrar nuestros corazones…Cristo.

Nuestra plena confianza debe estar arraigada en el Dios extraordinario que tenemos.

La condición humana que debemos adoptar es la de concentrar nuestra atención en el tiempo que dedicamos a la oración, la iglesia, la alabanza y la adoración, esperando edificarnos en la fe, anhelando que suceda lo que tantas veces aconteció en la Biblia.

En Juan 21:3 [RV 60] la Palabra de Dios nos relata un hecho que impactó a los discípulos de Jesús.

“Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.”

Este episodio, narra la condición en la que se encontraban esos hombres que habían escuchado rumores sobre la resurrección del Señor, pero que sus corazones estaban dispuestos a la incredulidad y cerrados a la esperanza; pero, a partir del siguiente versículo, todo cambiaría en sus vidas…”Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús.” [Jn. 21:4 RV60]

Luego de ello el Señor toma contacto con ellos y acto seguido se produce un milagro extraordinario: Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.” [Jn. 21:5-6 RV60]

Todo milagro contiene dos componentes: Dios y Su Palabra por un lado y por el otro, la fe.

El Señor propuso la solución a una noche de pesca infructuosa y los pescadores aceptaron.

El Dios Todopoderoso en el que confiamos se revela una vez más en este capítulo con un hecho sobrenatural contundente.

En medio del fracaso; en medio de la escasez, aún en medio de las “redes vacías”, el Señor está siempre presente cuando nuestra fe acciona nuestra relación con Él.

Ese Cristo resucitado es el mismo Dios en quien confiamos y no ha cambiado. Sigamos depositando nuestra esperanza en Él.

El Señor aparece en los momentos más difíciles; su fidelidad nos lleva a reforzar nuestra fe.

“Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: !!Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar.” [Jn. 21:7 RV 60]

¡En Dios confiamos!